Merindad de Sotoscueva

 Los montes del Somo y el macizo de Castro Valnera, en cuyas dos vertientes se desarrolló el modo de vida pasiego, limitan por el norte, a modo de barrera natural, este territorio en el que las aguas que descienden de las alturas han disuelto las calizas de su suelo dando lugar a cientos de kilómetros de galerías subterráneas y a las numerosas cuevas que le dieron su nombre: “subtus cova”, es decir, “bajo la cueva”. Los ríos Trueba y Nela delimitan su término, que es atravesado de este a oeste por una cadena de pequeñas cimas, con un característico relieve en cuesta, que le otorgan una personalidad indiscutible a su paisaje.

La complicada orografía de las laderas de los Montes del Somo es surcada por numerosos arroyos que llevan sus limpias aguas hasta el Trema, quien se encarga de conducirlas hasta el Nela y finalmente al Ebro. Estas aguas, penetrando a través de las rocas calizas y excavando el terreno son las principales artífices de un paisaje incomparable.

Las gentes que habitaron estas tierras desde tiempos remotos supieron adaptarse a las mismas y transformarlas en función de sus necesidades tanto materiales como espirituales. Utilizaron las cavidades en la roca para refugiarse y defenderse, pero también para expresarse mediante pinturas y grabados en sus paredes, así como creando espacios de reunión y de gobierno y lugares sagrados destinados al culto.

Ecos de un pasado remoto

Las paredes calizas del interior de algunas salas y galerías del complejo de Ojo Guareña, en la Cueva Palomera y en Kaite, conservan aún hoy las pinturas y grabados con representaciones antropomorfas, de animales y geométricas que hicieron nuestros prehistóricos antepasados. La cronología de estas pinturas y grabados es muy dudosa, pero oscila entre finales del Paleolítico y el Neolítico.

El hombre de Ojo Guareña

En una galería interior de Ojo Guareña fueron hallados los restos de un hombre. Junto a él se encontró también una fíbula y un broche, pertenecientes a la Edad del Hierro, que se encuentran actualmente en el Museo de Burgos. Al parecer se trataba de alguien que se introdujo en la cueva y no encontró la salida, quedando atrapado en su interior.

También datados en la Edad del Hierro, los castros de Nela/Brizuela y de Quintanilla de Valdebodres, son testimonio de los pueblos cántabros que poblaron este territorio en las estribaciones de la Sierra de Cantabria.

Primeras noticias escritas: “villa vocabulo Sauctus coba, et Cornelio…”

La primera mención conocida de Sotoscueva y de Cornejo se encuentra en un documento de donación al Monasterio de Fistoles fechado en el año 816. El nombre de Sotoscueva pasó de un pequeño lugar “bajo la cueva” a todo el valle y posteriormente a toda la Merindad.

Otro tipo de testimonio sobre la población medieval de estos valles se encuentra en la necrópolis de San Félix o San Felices. En la dehesa de Villabascones se conservan varias tumbas antropomorfas excavadas en la roca, datadas en el siglo XI, que podrían estar señalando el lugar en el que se asentaron los primeros pobladores de Villabascones.

Este logar es behetria…”

El libro llamado “Becerro de las Behetrías” en el que se registraron, por orden del rey Pedro I, todos los señoríos existentes en Castilla a mediados del siglo XIV, nos informa que la mayor parte de los pueblos de Sotoscueva, a excepción de algunos que pertenecían a la Orden de San Juan de Jerusalén, eran señoríos de Behetría. Esto significaba que, al menos en teoría, no eran señoríos hereditarios, sino que al fallecer el señor, eran los propios pueblos quienes elegían a su sucesor, normalmente dentro de la misma familia. Los señoríos de Behetría de estos pueblos pertenecían en aquel tiempo a las familias Velasco y Porres.

Encima de la Peña de Concha…”

Así comienza el acta más antigua que se conserva de las reuniones de los representantes de la Merindad de Sotoscueva, del año 1650. Según la tradición oral las gentes de este valle se reunían desde tiempo inmemorial a la sombra de una encina situada en el Alto de La Concha. Desde mediados del siglo XVIII todas las reuniones se hacían ya en la cueva de San Tirso.

Las Merindades fueron un sistema de organización del territorio en la Castilla medieval. La merindad era el territorio que administraba un delegado del rey con el cargo de “mayorino”, de donde deriva “merino” y “merindad”. La Merindad de Sotoscueva, integrada por el Valle de Sotoscueva y los partidos de Cinco Villas, La Sonsierra, Valdebodres, Cornejo y Villamartín, formó parte del Corregimiento de las siete Merindades de Castilla Vieja, asistiendo a sus Juntas Generales. En Quintanilla se encuentra, hoy en día convertida en Museo Etnográfico, la Casa de las Siete Juntas, lugar de reunión de los siete lugares que componían el partido del Valle de Sotoscueva.

El municipio actual se corresponde exactamente con la antigua Merindad.

Piedras que hablan

“Tenga paz el que entra…”. De esta manera empieza la inscripción conmemorativa de la construcción de la iglesia de San Esteban de Villamartín, del año 1175, grabada en un sillar que hoy en día se encuentra reutilizado en el exterior del templo.

También tiene algo que decir la teja que fue hallada en Villamartín con una parte del poema de Fernán González grabado en ella.

Del estilo románico, característico de las primeras iglesias construidas en estas tierras entre los siglos XII y XIII, todavía se conservan algunos buenos ejemplos. La iglesia de Butrera es la más completa y es una auténtica joya románica que cuenta con un magnífico relieve de la Adoración de los Magos y una escultura exenta de la Virgen de gran calidad.

La iglesia de El Rebollar, que perteneció a la Orden de San Juan, conserva algunas partes románicas junto a otras góticas y una bellísima talla de gran tamaño de la Virgen con el Niño.

Algunos restos románicos se conservan en otras iglesias en las que el gótico tardío predomina entre sus diversos estilos constructivos. El retablo más artístico es probablemente el de Quintanilla del Rebollar, pero en casi todos los pueblos existen buenas tallas y bellos retablos, como el tríptico flamenco de Cornejo. Un valioso tríptico del siglo XV procedente de Pereda se encuentra actualmente en la Catedral de Burgos.

La cueva-ermita de San Tirso (hoy también de San Bernabé)

Como no podía ser de otra manera, el monumento más simbólico de Sotoscueva se encuentra “subtus cova”, es decir, “bajo la cueva”. La cueva se adaptó para las reuniones de los representantes de la Merindad y para albergar un templo dedicado a San Tirso. A partir del siglo XVIII San Bernabé comparte la titularidad de esta singular ermita decorada con bellas pinturas murales de estilo popular realizadas entre los siglos XVIII y XIX.

Una tradicional romería, declarada de Interés Turístico Regional, se celebra todos los años en el mes de Junio, con ocasión de la festividad de San Bernabé.

Torres, Casas solariegas y Casas de indianos

En el centro de Quisicedo, la austera torre medieval construida por los Velasco, con sus elegantes portadas y ventanas, también habla de otros tiempos en los que este tipo de construcciones no solo tenían una función defensiva sino también simbólica.

Grandes y elegantes casonas blasonadas se reparten por sus pueblos, destacando algunas de gran belleza en Quintanilla del Rebollar. Otro tipo de construcciones como las grandes casonas de indianos son numerosas también en varios pueblos de la Merindad de Sotoscueva.

Arquitectura popular

Las casas tradicionales y otro tipo de construcciones como fuentes, lavaderos, potros de herrar y boleras, como la de Entrambosrríos, utilizan un lenguaje más popular, pero no carente de valor. Aunque predomina en sus casas la tipología de casa montañesa, caracterizada por una gran solana de madera, protegida lateralmente por muretes que son prolongación de la fachada, lo que caracteriza a los pueblos de Sotoscueva es la gran variedad en sus construcciones. Muros de piedra y paredes de entramados alternan en sus casas, en las que además de las típicas solanas se encuentran pequeños balcones. En algunas, nuevos gustos más urbanos han convertido sus viejas solanas en cerrados miradores.

PATRIMONIO NATURAL

Monumento Natural de Ojo Guareña

Se puede afirmar que Ojo Guareña es el mayor complejo kárstico de la Península Ibérica y uno de los más importantes del mundo por la extensión de sus galerías. El río Guareña penetra en el interior de la montaña por un sumidero conocido como el “ojo” del Guareña y circulando de forma subterránea da origen a una espectacular red de cuevas y galerías.

El Monumento Natural de Ojo Guareña incluye a casi todo el municipio de la Merindad de Sotoscueva y se extiende en parte del de Espinosa y del de la Merindad de Montija. Este espacio, destacable por su rareza y singularidad, tanto en su aspecto geomorfológico como paisajístico y de notable biodiversidad, está incluido en la Red Natura 2000 con la declaración de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y en él existen diez rutas de senderismo, PR.C.BU 31 al 40.

Hayedos y Robledales

En Sotoscueva abundan los bosques de roble, haya y pino que se alternan con extensas áreas de pastizales. El robledal más interesante se encuentra en las inmediaciones del pueblo de Quintanilla de Sotoscueva. El sendero PR.C.BU-37 atraviesa un magnífico hayedo cercano a la localidad de Quintanilla del Rebollar.

Canales del Dulla

Entre las localidades de Villamartín de Sotoscueva y Quintanilla Valdebodres, numerosos arroyos, entre ellos el Dulla, han formado una sucesión de profundos barrancos que se conocen como los Canales del Dulla. Podemos pasear por esta zona siguiendo el sendero balizado PR.C.-BU-33 que parte de Quintanilla Valdebodres.

Desfiladero de las Diaclasas

Entre dos cortados rocosos y en las inmediaciones de la localidad de Cornejo, el río Trema ha modelado una estrecha garganta. Las diaclasas, nombre del desfiladero, son fracturas producidas en la roca consecuencia de los efectos de la disolución de las calizas. El sendero PR.C.BU-40, que parte de Cornejo, atraviesa el desfiladero.

Pozo del Infierno

Una de las surgencias del complejo kárstico de Ojo Guareña tiene lugar en la localidad de Quintanilla Valdebodres y se conoce como el Pozo del Infierno. Sus aguas han sido aprovechadas desde antiguo para mover las piedras de un molino. El sendero PR.C.BU-33, que recorre los canales de Dulla, pasa por él.

El Ventanón

En las inmediaciones de Villamartín de Sotoscueva, en la cima del crestón calizo que preside la zona, podemos descubrir “el Ventanón”, también conocido como “el puente”. Se trata de un arco natural formado en la roca caliza de 30 m de ancho y 20 de alto. Hasta él asciende el sendero balizado PR.C.BU-32 que parte del aparcamiento del Alto de Concha.

GR-1

Además de los diez senderos del Espacio Natural de Ojo Guareña, nombrados como PR.C.BU 31 al 40, el sendero de gran recorrido GR-1 atraviesa parte del sur del municipio, concretamente las localidades de Sobrepeña y Nela.

Bibliografía:

  • GUERRA GÓMEZ, Manuel, Sotoscueva, Burgos, 2000.

  • LÓPEZ MARTÍNEZ, Nicolás, Monasterios primitivos en la Castilla Vieja (s. VI-XII), Burgos, 2001.

  • MARTÍN VISO, Iñaki, Poblamiento y estructuras sociales en el norte de la Península Ibérica (siglos VI-XIII), Salamanca, 2000.

  • MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo, Libro Becerro de las Behetrías. Estudio y texto crítico, León, 1981.

  • RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, José Manuel, Enciclopedia del Románico en Castilla y León, Aguilar de Campoo, 2002.

  • RUIZ VÉLEZ et alii., Arqueología del norte de Burgos, Villarcayo, 1987.